19. Menos

Contaba sus sueños, una y otra vez, con pequeñas variantes

pero siempre con la intención de que nosotros

pudiésemos comprender el terror que la embargaba.


Tengo los lentes sucios, el cristal no es bueno y el marco parece de juguete. Tenía un mejor par, más pesado, antireflex. Se me cayeron del bolsillo mal cerrado de la mochila, quedaron el piso de un taxi. Los busqué una semana y terminé comprándome estos, mucho más baratos. Inservibles. 

Mi única taza dice "pampashop.com". Ya estaba en esta casa cuando llegamos con mamá. Alguna vez tuve tazas con lunares, tazas con forma de animal, tazas con una tapa pintada a mano, tazas que decían "te amo". Se perdieron en mudanzas, quedaron olvidadas, se llenaron de polvo y se rompieron en pedazos. Ahora sólo queda esta, esperando un mal movimiento para caer y reventarse contra el suelo. 

Tuve un neceser lleno de lápices labiales. Rojos, con brillo, Shi Seido, rosados, violetas, cremosos e intransferibles. Ahora tengo uno solo, también rojo, de una marca de mierda, de esas de las estafas piramidales que te venden las señoras por una comisión inexistente. Hace que mis labios se vean partidos y prefiero no usarlo. 

También te tuve a mi lado, durmiendo mientras escribía. Te observaba desde la cama cuando jugabas y hablabas con tus amigos. Te sentabas cerca mio cuando me bañaba y bebíamos vino. Alguna vez me levanté con la seguridad de saber que estabas ahí. Coleccionábamos imanes, mirábamos películas, comprábamos libros y cartas. Me contaste todo lo que sabías y resplandecías a mis ojos. Fuimos seres del hogar, solitarios, juntos, parsimoniosos y refugiados para siempre en nuestro departamento. Hasta que me expulsaste y no quisiste volver a ver en mi dirección porque me había convertido en algo horrible. Mi cuerpo herido y castigado no encajaba en lo que habíamos construido. Preferiste incendiar el cultivo enfermo a esperar una temporada, ver los brotes crecer otra vez. 

Perdí muchísimas cosas, ¿Qué hago ahora con estas manos vacías? 

D.