17. Carencias
mi corazón es un músculo atrofiado Tu papá no te quiere, ¿y qué? Nunca supo cómo hacerlo, no te fue a ver a la clínica, no estuvo cuando despertaste de la anestesia ni te ayudó a levantarte de la cama. No fue a hacerte compañía ni a verificar que realmente estuvieras bien. No estuvo para meter algún chiste pelotudo sobre tu cirugía pero sí te mandó un mensaje la noche que te quedaste sola, un mensaje que te quebró mientras vivías el calor del dolor físico y tu único consuelo fue el gesto afectuoso de la enfermera que te habló con suavidad en la intimidad de la noche. Tu papá no te quiere, entendelo de una vez. Por ahí te quisiera si hubieras terminado la carrera a los 23 años o si hubieras conseguido algún trabajo de 9 a 5 que te permitiera ir de vacaciones 15 días a Santa Teresita por tu cuenta. O lo haría si no te hubieras mudado tantas veces o si fueras todos los domingos al asado familiar. Tal vez te querría entonces, durante un rato, no mucho más. Porque él sólo puede querer as