36. porno
Esto no se siente bien. No dejo de oír esa voz persistente, áspera y conocida en mi cabeza: “Esto está mal y lo sabés.”
Y es cierto, no sé qué hacer. Amor, también pienso en huir. También fantaseo con el final, con un corte limpio, con dejar de fingir que vamos a durar.
A veces me sorprendo esperándote. Esperando una caricia que no llega, una sonrisa suave, un gesto mínimo. Que me mires sin fastidio. Pero sos un pájaro desconfiado, picoteando mi mano abierta.
No sé qué sentir. No sé cómo nombrar esta inquietud que me carcome.
La pornografía.
Las fotos antiguas.
Tu ex tan presente, como un eco que no se apaga.
Me siento en jaque, atrapada entre el amor y la humillación.
Me siento una imbécil, cualquiera ya te habría dado la espalda. Pero yo sigo acá, hundiéndome con vos
en esta tristeza que ya no distingo si es tuya o mía. Me sostiene una forma de esperanza que no consuela. Porque la esperanza tiene otra cara: un miedo oscuro, frío, paralizante. Ese que me visita cada noche cuando te veo vagar por la habitación sin rumbo.
Me parte el alma verte así. Tan absorbido por tu mente, tan tomado por tus propios deseos.
Yo también quiero que esto dure. Pero más que eso, quiero ser feliz.
Y la verdad es que no tengo metáforas para esto.
La cantidad de veces que lloré este año…no hay imagen poética que lo abarque.
No hay símbolo.
No hay frase que embellezca esta pena.
Te veo dormir a mi lado y no lo entiendo.