38. Hastío

tore my shirt to stop you bleeding
but nothing even stops you leaving.


Aunque pudiera caminar por los pasillos de tu mente no llegaría nunca a entenderte porque sería expulsada por los muros de tu desdén. Lo veo en tus ojos, en tu forma de mover las manos cuando te sobresforzás por hacerte oir. ¿No ves que lo único que hago es escucharte? Ya sé, ya sé todo. Sé que te sentís mal sin lamotrigina, sé que pensas que el topiramato te está envenenando, que tenes problemas de dinero, que te duele tu familia, que no querés volver al trabajo, que te sentís sin futuro, que no confiás en que pueda salir algo bueno de esto. Que me vas a dejar. No necesito que articules paralabras para que me entere. 

Y sé que vos también te das cuenta. Que nuestra relación nos daña a los dos. Vas a ser el primero en irte porque siempre tenes las fauces preparadas para defenderte. No puedo culparte, el problema soy yo que, aún sabiendo que la mordida va a doler, decido quedarme. Decido creer que puedo tener una vida acá. Ser socia de la biblioteca del barrio, ir a la Universidad que queda cerca, tener una cerveza favorita en un bar, adoptar un gato. Creer que algo se esta construyendo cuando nunca tuvimos ningún cimiento en esta tierra. Te sentas a mi lado para decirme que terminemos definitivamente para después regresar y besar mi nuca. Y hablar, volver a hablar, de la lamotrigina, del topiramato, del bulling en el colegio y de lo mala que soy. Y yo te escucho, Le., yo te escucho y te observo y pienso en dónde quedó todo tu amor por mi o si alguna vez existió. Si alguna vez voy a dejar de mentirme. 

D.