50. masaje

Dreaming we'd left it and made love instead 
But there's still some problems, that I need to cure
So turn on the light babe, let's find where it hurts


Desperté a eso de las 7 a.m. No habíamos discutido pero todo el alcohol que bebimos me puso en contra tuya en algún momento de la madrugada, por lo que dormí dándote la espalda. 

Me serví un vaso de agua que bebí mirando al balcón, hacia el alba que no había comenzado porque en junio la vida es más lenta en Buenos Aires. 

Vos seguías durmiendo y despertaste recién cuando el rumor de las páginas de la novela que estaba leyendo se volvió un ruido extraño a los murmullos habituales de tus mañanas. 

Dejé el libro y volví a acostarme a tu lado. Al intentar hacerme espacio, un gesto de dolor te trásformó el rostro. "Es la espalda, me está matando", "¿dónde?", "acá". Te hice girar para sentarme encima tuyo y mientras comencé a masajear los nudos que tenías rodeando tus vértebras, pensé en mamá. Ella me enseñó que después de hacer cualquier masaje, al terminar, hay que apoyar las manos en la pared o sobre alguna superficie lisa "para no quedarse con las tensiones del otro". 

Entre tanto, tu mirada se relajaba y entrabas en ese mundo extraño que aparece sólo cuando comenzamos a quedarnos dormidos. Entonces me di cuenta que no iba a apoyar mis manos sobre ninguna superficie. Abracé tus tensiones, decidí que no me molestaba la idea de depositar en mi cuerpo todo lo que te preocupa si eso significa sacarlo del tuyo. Y sino, que sea compartido. 

Yo te acompaño. 

D.