57. asidero
No tengo de donde agarrarme. Mamá está tan o más desamparada que yo (no podemos ni pagar entre las dos la cuenta de luz), con papá apenas hablo (mientras lloriquea por darme una obra social) y G. (mi gran artista, mi mente espejo) lo borré de todos lados después de ese día fatídico. Lloré tanto y me sentí tan sola, quería huír y frente a mi estaban los rostros de mi familiares viéndome como si fuera una puta demente. Y hasta tienen razón, pero eso no me hace indigna de afecto. G. diciéndome que estaba harto de mí y mi padre viéndome desde el marco de la puerta, "siempre un problema vos". Sí, lo sé, siempre un problema, qué te cuesta sostenerme entre tus brazos y decirme que todo va a estar bien.
Soy un nervio profundo, un llanto de mi existencia. Me hundí tanto en mi mente que los recuerdos me queman el corazón. Miro las pastillas para dormir y las raciono, quiero que me duren para poder finalizar con todo cuando se vuelva indigno. El límite es cuando sea indigno.
D.