69. seguir

Revolviendo, ordenando libros viejos
Que leí, pero olvidé

Hace quince días que estoy en lo de Vinicio. No me resulta incómodo. Al contrario, me siento contenida. Pero igual decidí volver esta semana a casa, tomar un poco de distancia. Me incomoda pensar que puedo estar agobiando, aunque no si a él realmente le molesta mi presencia. Salvo cuando discutimos. Entonces todo se vuelve denso, cargado, como si el aire del departamento se volviera cemento.

Desde que renuncié a Entelequia me desorganicé bastante. Hice algunos esfuerzos para sostener el ritmo de los días, pero fue más simbólico que real. El martes tengo el preocupacional para Farmacity. Sería irónico que me contraten ahí, después de todos los años que Patricia se negó a darme una mano. Hay que levantar peso”, me dijo una vez. Como si no me hubiera destrozado la espalda en gastronomía. Pero necesito el trabajo. Así que cruzo los dedos. Tal vez, si me sale, hasta le cuente a papá. Con tiempo. Con cuidado.

Quiero volver a sentirme bien. Estar metida en este pozo me desgasta. A veces, cuando estoy sola, es llevadero, incluso hay una especie de paz turbia. Pero cuando estoy con Vinicio me da miedo que esa versión mía lo canse. No quiero arrastrarlo a ningún límite. Él no es Leo G.

Y ya que lo menciono, caí en cuenta hace poco de que todo empezó a desmoronarse cuando cometí el error de volver con él. Tenía un trabajo donde no me iba mal, estaba pensando seriamente en volver a estudiar Historia. Hasta tenía amitades, gente con la que charlar sin fingir. Todo eso se desarmó cuando me mudé. que fue culpa mía, pero él también fue un forro. Si no me amaba, todo ese show para recuperarme se lo podría haber guardado. Me habría hecho menos daño.

En fin. Lo que quiero decir es que quiero sentirme bien otra vez. Estuve pensando algunas cosas: retomar la universidad, buscar un trabajo que no odie, volver a terapia. Nada espectacular. Apenas un plan para respirar un poco más aliviada.

No quiero terminar el año sintiendo que lo tiré a la basura. Tal vez tenga que esforzarme un poco más. Estudiar, aunque sea un rato por día. Fingir demencia si el trabajo no me encanta, total es temporal, no tengo que sufrirlo como si fuera una condena. Pasar más tiempo con Vinicio. Ayudar a mamá cuando pueda. Hacer lo mínimo necesario para no encerrarme otra vez en mi mente.

No tengo respuestas. Solo esta decisión tenue, apenas un murmullo: seguir intentando. Cada día. Abrir los ojos y volver a intentar.

D.