75. adicciones
Me veo desde afuera, con el rostro desencajado, alterada, con ese gesto que solo reconozco cuando ya está en el espejo. Y lo veo a él, a Vi, también exaltado, también a la defensiva. Por mi culpa. No siento que me esté castigando, pero ya viví esto antes. Debe ser mi forma de estar en el mundo. Siento que soy caos en su mente, que lo arrastro, y percibo su malestar, ese cansancio silencioso, ese hartazgo profundo que no dice nada pero ocupa todo el aire.
Anoche pregunté: “¿Nos separamos?”. No pasó, no quiero que pase, pero tampoco puedo seguir llorando así, con esa frecuencia, con esa intensidad. Admito que lloro menos que con Leonardo. Creo que él sí se llevó lo peor. Aunque tampoco fue fácil para mí. Era un tipo roto, rotísimo, y me lo advirtió. Como si me estuviera diciendo que se podía contagiar. Y lo hizo. Me veo en él, en sus estados alterados. También me veo en Robinson, en su narcisismo, en esa mirada opaca que no registra nada. La tengo yo también.
No quiero ser así. No quiero arrastrar a nadie, y menos a Vi. No siento que él me deba nada, pero igual le reclamo, como si no pudiera dejar de hacerlo. Llegamos a ese punto de la relación donde hay tanto daño acumulado que lo único que deseo es volver el tiempo atrás, corregir los excesos, volver a la primera mirada. Lo amo, mucho, y nos estamos haciendo mierda. Pienso: traidor, forro, mentiroso, sobre una persona que no es nada de eso. Soy venenosa. Me quedé con la maldad de toda la gente que conocí, como si hubiera sido mi herencia, como si no pudiera soltarla.
El tema es que no sé cómo cambiar. Quiero dejar el alcohol, la medicación, el llanto, las ganas de morirme, el daño que hago, las palabras que no quiero decir, el odio, las miradas torcidas, el desdén, los enemigos que me invento, los recuerdos que me encadenan, mis ex, mis fallos, mis reclamos, el desgano. Quiero dejar todo, menos a la persona que anoche le dije que quería dejar.
Soy un grito hondo de auxilio y no sé cómo ayudarme. Amo a mi novio y estoy estropeando todo. Las palabras de mi hermano aparecen en mi cabeza como una maldición.
D.