77. primero

Cruzó mi mente la incómoda certeza de haber carecido casi siempre de un espacio para mí y lo mío, de haberme visto limitada a garabatear durante un momento robado.  


Pienso que tengo que cuidar más de mí mientras recuerdo que tengo que ir a comprar tabaco. Es un nuevo año, aunque nada se siente diferente. Años anteriores los inicié en una terraza, viendo el mar, escribiendo, besando. También tuve inicios solitarios, en un balcón viendo la ciudad, a veces un perro a mis pies. 

Este año lo comencé con V., en la casa de su hermana, no hubo brindís ni saludo más que un susurro (feliz año, casi como una disculpa). Trato de no buscarle ningún simbolismo, me puse a ver una película de la infancia y me fui a dormir sin la ayuda de pastillas ni alcohol, un acto de triunfo en mi interior. 

El lunes comimos mal y anduvimos dando vueltas por la casa, sin saber qué hacer ni adónde redirigir nuestra energía. Hoy ya toca volver al trabajo y siento una apatía molesta. Medito si imponerme algún propósito para que este año sea mejor, no se me ocurre nada. Creo que sólo quiero un poco de constancia, el año pasado fui de un lado a otro, me mudé varias veces, el bolso en el hombro, el fastidio en el rostro; también cambié mucho de trabajo, demasiada gente nueva, otra vez aprender algo que ya sé, fingir gratitud mientras escucho una explicación de un trabajo de mierda. No quiero moverme más durante un tiempo. No así, por lo menos. 

Quiero estar tranquila con V., no sufrir tanto por nuestros defectos, agradecer el cariño mutuo, quitarme el semblante de desagrado. Ser más amable, conmigo también. Ver más seguido a mamá y no sentir culpa cuando no lo hago. Manejar bien mi dinero. Volver a estudiar y tener paciencia con el progreso. Cuidar mi cuerpo, comer alguna fruta, beber menos alcohol, dormir bastante. Recordar escribirle a mi hermano. Hablar con mis amigas. Leer las novelas que guardo. Quedarme en los abrazos que me quieren dar. 

D.