86. bronca

Éste es el proceso común de un matrimonio. Un joven y una doncella se conocen por azar o por artificio. Intercambian miradas y cumplidos y regresan a sus casas para soñar el uno con el otro. Como tienen poco en que distraerse o en que pensar, se encuentran incómodos cuando están separados y, en consecuencia, concluyen que serán felices juntos. Se casan y descubren lo que sólo su ceguera voluntaria les ha impedido ver; desgastan sus vidas en altercados y culpan a la naturaleza por tal crueldad.

Sucio de mierda, pienso cuando veo los platos dejados de ayer. Andate, salí, sacá ese reel de mierda en repetición que me está volviendo loca, basta. Basta. Basta. Sólo maldiciones florecen en mi mente cuando despierto, como si estuviera poseída por esta casa que nunca pude hacer mía. 

Tus ideas de mierda de traer gente, de romper el baño y dejar la obra parada durante meses, de dejar que el polvo se acumule hasta en los zócalos. 

No entendes que si también vivo acá quiero un poco de paz. Porque ni eso me das, si por lo menos fuera sólo la mugre se va solucionando. Pero tenes esa manía de mierda de romperme las pelotas cuando me ves sentada, que estoy estudiando, que necesito concentrarme. Y como el forro puto que sos te pones a trabajar con la moladora, me revoloteas al rededor, me fastidias. 

No me das espacio. No me das lugar. Haces todo lo posible para demostar que sos el dueño de todo, sacando la pija cuando se te da la gana, tirando tus comentarios sin gracia. Ofendiendote cuando te pongo un límite y te digo basta. Animal. Primitivo. 

Pienso en tu ex y digo pobre mujer, o que temple habrá tenido si soportó lo mismo, ¿O sería ella igual que vos? Quiero meterme en sus venas y saber, saber cómo vivió tres años a tu lado sin romperte un brazo. 

Y después te veo. 

Te veo cuando te haces una bolita en la cama y me sonreís como un infante. Cuando me abrazas porque metiste la pata. Pero no recordas, ya no pasas por el corazón.

No recordas que alguna vez me amaste. Que me llevabas chocolates al trabajo, que me acompañabas a la parada del bondi, que me ibas a buscar y yo estaba orgullosa de presentarte a todo el mundo. Me colgaba de tu cuello en un abrazo cerrado. 

Qué hago ahora, me fallé a mi misma. 

Podrías haber lavado los platos. 

D.