89. agua

Y si llama él no le digas nunca que estoy
Di que me he ido


¿Soy acaso una mala persona? ¿Alguien roto, desechable? Son las 4 am, ni siquiera intenté ponerme a dormir, me quedé viendo una serie mientras Vinicio descansaba como solo él sabe hacer. 

Ayer tuvimos una pelea catastrófica, de esas en la que uno piensa que no se puede volver. Tuve que irme a dormir a lo de Gonzalo para no perpetuar el desastre. Tomé cerveza, jugué algún juego, vimos una película e intenté cerrar los ojos. Pero la respiración de otro hombre me perturbaba, no era la respiración de Vi. Deseaba tanto su tacto, extrañé la dulzura de su cuerpo. 

No paro de repetirmelo, soy una loca de mierda. 

Volví al departamento pasado el mediodía, sabiendo que él no iba a estar. Cuando se acercaba la hora de su retorno me tomé 3 gramos de clonazepam con tal de quedarme inconsciente y no tener que enfrentarlo. Es que ayer... empujarlo, que tire las llaves, te vas de mi casa, te odio, te odio, te odio. 

Cuando volvió se recostó a mi lado y me beso, nos quedamos así un rato pero no pude ni llorar, por más que lo necesitaba. Tengo el pecho vacío. Acepté su calidez, me quedé a su lado. Vimos la tele, hice ejercicio, comimos unas hamburguesas. Y acá estoy, el mundo inalterable. Pero no quiero dormir. No quiero otro día. 

Anoche me planteé no ir a lo de Gonzalo, sino a Puerto Madero. Quedarme ahí, tomar café, escribir una última vez. Y recostarme sobre el agua oscura y helada. Resistir ese impulso fue difícil.

Hoy me escribió Zahi y me dijo que quería deambular por las calles nocturnas de Los Incas a ver si existía la suerte de que la chocara un auto. Es un diciembre de mierda. 

Mamá llamó mil veces, no sé si es que solo piensa en ella o si tiene una verdadera desconexión de la realidad. Papá me dijo que no debería tomar ninguna decisión porque no tengo trabajo. Como si eso fuera lo único, como si se justificara tolerar el sufrimiento. No sé, nunca sé. Ya no lloro, no siento, no quiero sentir. Tan sólo quiero irme. 

D.