90. liebre
El corazón, si pudiese pensar, se detendría.
Decidí que voy a editar todas mis entradas y poner los nombres de las personas sobre las que escribí. No tengo que resguardar a nadie, no hay quien lea esto. Sólo escribo para salvar mi alma.
Y si alguien lo lee, pido disculpas.
Me pregunto si Vinicio se detendrá a pensar qué hago mientras él no está. No creo. Fue mucho, así y todo, lo que hice este año. No es justo que me sienta tan inutil solo por llevar un mes en el que no tengo en qué ocupar mis días.
Hoy voy a salir, me da culpa. No tengo la costumbre de hacerlo. El otro día fui a dormir a lo de Gonzalo tras la pelea con Vi. Hoy voy a ir al Malba, ver cosas que de hecho me gusten. A Vi lo invitaron al cine a ver Gladiador, con sus amigos. No me interesa. No quiero seguir acoplándome a sus planes, actividades, proyectos. Son demasiado ajenos a mi. El sábado piensa realizar otra cata, más gente en la casa que no es mi casa, gente que no es mi gente.
Él percibe las diferencias en mi comportamiento como una liebre sabe de la llegada del invierno. Aún así, no arma madrigera, no junta alimento. Creo que lo ignora, elije ignorar y confiar en que todo seguirá su curso. E insiste, molesta, pica, busca. Me enloquece.
Creo que volverá a hacer planes con Rocío. Otra vez esa amistad ridícula con esa vacía mujer. Ro se va a quedar en casa, Ro es mi amiga, ¿Por qué te molesta tanto mi amiga?, Sos hostil, La haces sentir mal, Ro se va a recibir, fuimos con Ro al bar, llego tipo doce, perdón, se me pasó la hora, son las 2 am, ¿te pido algo para comer?
Ya no me interesa nada, quiero que termine el año y ver si triunfo algún día.
D.