127. vronski

The meadow lies green and the corn is unshorn
The house is unfinished and the baby is unborn


Pensé que iba a llover con furia, pero apenas fue una llovizna cansada. Mejor, porque el pasillo ya se me inunda con nada. Aunque un poco quería la tormenta, de esas que te hacen temblar el vidrio y parecen empujar la casa.

Le hablé a Vi de Mauricio. Aproveché que estaba Juan en casa, así la cosa se diluía. Creo, no sé. 

No le conté mucho, porque Vi no preguntó mucho. Ni fechas, ni lugares, ni mensajes. Nada. 

Apenas lo mínimo: que Mauricio me tiró la boca, sí, sí, aquella vez que vino. Después siguió molestando. Yo le dije que no. Él pidió silencio, que la novia, que la confusión. Pero los mensajes no pararon, ni el pedido de faso gratis. Sí, sí, ya está, no quiero que vuelva más.

Y listo. Pensé que iba a ser terrible, pero no. A veces olvido lo pragmático que puede ser mi novio. Ni drama ni reproches. Además, no fue una gran ofensa. Es más la decepción hacia la estupidez de un amigo que parecía una buena promesa para futuros trabajos. Es eso al final, el trabajo. En eso piensa Vi, todo vuelve hacia su proyecto. 

"Hay que considerar todo. No puedo hacerme el loco porque levantan el teléfono y tengo flor de quilombo."

Es como Karenin, la primera vez que ve a Ana y a Vronski hablando. Ese desapego. Ese modo de sostenerse en lo útil.

No puedo quejarme. Yo tampoco soy una buena mujer. 

D.