136. adversarios

Give me more than one caress
Satisfy this hungriness

No me siento muy bien.
Anoche me puse a llorar y hoy no quería salir de la cama. Como siempre, me levanté por Elvis.

Tengo que recomponerme, subir un par de libros y estudiar para el examen de Roma. Voy a recurrir a la única cura que conozco: escribir lo que se me venga a la mente.

1. Me dolió el comentario de Julio.
Ayer estaba pasado de estrés; Juan volvió a pedirle plata. Siempre lo mismo. No sé cuántos miles de dólares le debe ya. Me desespera verlo abrir el cajón, sacar billetes y dárselos para sacarlo de otro apuro que, como siempre, no servirá de nada.

Stop.

Porque yo quería hablar del comentario. Fue más que eso, fue un estallido. 
Le dije: “Deberías escribirle a Rocío”, sabiendo que era una frase peligrosa, que tenía filo. Pero lo vi tan abrumado por la carga absurda que asume con sus amistades inútiles, que no supe qué más decirle.

No lo tomó bien. Puso esa cara sarcástica y horrible:
—¿Te parece? ¡Claro! La única persona que me suma algo a la vida y que dejé de ver porque soy un pollerudo, ¡claro! No puedo ni verla a los ojos porque sé que no le escribo por tu culpa.

Me sentí herida. Él no sabe que yo le escribí a Rocío.
Ella jamás respondió.

2. Volviendo a Juan. No sé qué pensar. Me estresa.
Me estresa verlo a Julio escuchar esos audios infinitos: planes absurdos, ideas que se desarman, explicaciones largas como calles sin salida.
“Porque voy a tener que pagar tanto, ya veré de dónde saco la plata. Puedo ver si Claudia me ayuda, Héctor ya me dijo que no puede, pero si no pago la factura del teléfono este mes, por ahí…”
Me enerva. Sabe perfectamente que Julio va a darle el dinero.

Ayer, después de una discusión, Julio dijo: “Esta es la última vez.”
La tercera última vez, pareciera.

No entiendo por qué Julio es el padre de sus amigos.

3. Quisiera no haber conocido jamás a ninguna amistad de mi novio.
No conocer ni a Juan, ni a Leo, ni a Rocío, ni a Mauricio. A ninguno.
Quisiera que sus nombres fueran apenas ecos en alguna anécdota al pasar. No saber nada de la triste historia de Juan, no tener que jugar los juegos de mesa de Leo, no haber oído jamás nada sobre la vida de Rocío, ni haber servido la copa de Mauricio.

4. Quisiera que ellos no me conocieran a mí.

D.