142. guardia

But can you see this opposition
Comes rising up sometimes?
That it's dreadful imposition
Comes blacking in my mind


Tuve unos días malos. Julio se fue a Brasil el jueves pasado y la noche anterior tuvimos una discusión en relación a Rocío. O no, no fue realmente por eso. En realidad no hablamos de nada: sólo le pedí que no insistiera con un tema que no podía llevarnos a ningún sitio. Pero él insistió. Él siempre insiste, como si comprobar que tiene razón fuera más urgente que cuidar la calma del otro.

El viernes tuve una caída fuerte. Un golpe seco en la cervical, una punzada que me apagó el cuerpo y me dejó tirada en el suelo mucho tiempo sin poder moverme. Esa inmovilidad tuvo algo de pesadilla y de castigo antiguo. Tuve suerte de tener el teléfono todavía en la mano; pude llamar a Juan y a la ambulancia.

La noche fue espantosa. Una de esas noches donde el dolor no es sólo dolor, sino una especie de sombra que se estira dentro de uno y va ocupando lugar.

El golpe no dejó un morado ni una forma precisa en la piel, pero dejó algo más persistente: una especie de fatiga que me atraviesa como un hilo flojo. Me pesan los brazos, los hombros, incluso el aliento. Cada gesto, por mínimo que sea, parece repetir la caída, como si el cuerpo no hubiera terminado de comprenderla.

El lunes me harán la tomografía. Después… bueno, después se verá. A veces me da la impresión de que todo se sostiene con un hilo demasiado delgado.

Hay una soledad muy profunda en el centro del alma. No es justo decirlo, porque Juan estuvo conmigo todos estos días. Estuvo, me sostuvo, hizo lo que pudo. Pero hay soledades que no se alivian con compañía: crecen por dentro, como esa humedad espesa que no se quita ni con luz ni con palabras.

Una soledad que se cierne sobre mí aunque yo intente moverme, aunque escriba estas líneas para no desmoronarme del todo.

No he vuelto a hablar con Julio. No sé qué quedará en pie cuando vuelva de Brasil. No sé qué quedará en pie de mí.

Sé que esta entrada es inconexa, como si cada frase viniera de un rincón distinto del cuerpo. Pero no puedo escribir más. Hoy no. El dolor, el cansancio, la sombra… todo se mezcla.

Voy a volver a la cama, donde el mundo se achica un poco.

D.