105. treinta

el amor tiene una mirada ebria de palabras y poesía Cumplí treinta y no hubo un espejo diciéndome que llegué a algún lugar. No me duelen los años, me duele no saber qué hacer con ellos. Me pesan los sueños descartados, los trenes a los que no subí. Me pesan los amores que dejé ir, los que aún sostengo con las uñas. Vinicio. El amor que sobrevive a mi ruina. Treinta, y estoy viva. Lo digo como si me creyera el milagro. Lo escribo para recordarlo. Que aún estoy. Que respiro, que a veces río, que me hice los estudios, que tomé agua, que esta semana no lloré. Que la tristeza no me comió entera, aunque me mordió. Treinta, y mi cuerpo ya no se disculpa tanto. Lo cuido como puedo, lo visto con ropa ajena a veces, lo disfrazo para que el mundo no vea cuánto me cuesta. Pero ya no quiero odiarlo. Me sostuvo. Aguantó la ansiedad, el insomnio, la medicación, los llantos, las veces que quise desaparecer. Es mío y lo tengo. Treinta, y empiezo a pensar en mis padres como destino. Me ve...