61. horadar

Él cae, pero el piso se abre y sigue cayendo porque la piedra del pecho lo hunde en un abismo blanco. No sé cuándo empecé a tener tanto miedo. Tal vez siempre estuvo ahí, creciendo en silencio, como un bulto detrás de la pared que uno no se atreve a tocar por si sangra. Desde chica sentí que todo era terriblemente complicado. Elegir una carrera. Faltar a clase por una entrevista que termina siendo una pérdida de tiempo. Sentir esa piedra en el pecho, la misma de siempre, la que no cae sino que me hunde. Pero me levanto. Cada día, con una voluntad que no me explico. A veces tardo más de lo que debería en salir de la cama. ¿ Cuánto es demasiado? ¿ En qué momento el descanso se vuelve culpa? Me levanto. Ordeno la casa, alimento a los animales, doblo la ropa, mando currículums, abro el cuaderno de la facultad. Hago todo eso con un esfuerzo invisible. Hago lo que hay que hacer: limpio la casa, alimento a los animales, ordeno la ropa, abro el cuaderno de la facultad. Envío currículums co...