110. paloma

Y si llama él No le digas nunca que estoy Di que me he ido No viniste. No importa. Ya no importa. Te esperé como se espera la fiebre: con el cuerpo abierto, ya rendida. Dije que no dolía. Mentí. Dolía en los párpados, en la espalda encorvada, en el gesto de seguir. El amor fue esto: un cuarto sin ventanas, un plato frío, mi nombre dicho en voz baja por alguien que no era vos. No escribo para vos. No escribo para mí. Escribo porque el silencio pesa y alguien tiene que barrer los restos. Quise ser muchas cosas y no fui ninguna. Me nombré con nombres que me quedaban grandes, o sucios, o rotos. Ahora me llamo cansancio. Un cansancio que no duerme. Que no se queja. Que sólo está. No me salvé. Tampoco morí. Estoy en el medio. En esa parte que nadie quiere contar. Y sin embargo, esta tarde, una paloma se posó cerca de mi. Nos miramos. No huyó. D.